Nacido en 1955,
Leonardo Padura Fuentes es periodista, guionista y novelista. Pertenece a la generación que creció durante la Revolución, y en sus novelas describe la sociedad cubana contemporánea y la vida cotidiana de los habitantes de La Habana. Se ha dado a conocer sobre todo por títulos como La cola de la serpiente, la tetralogía Cuatro estaciones y Adiós, Hemingway. Es el creador del personaje Mario Conde. La obra de este conocido autor cubano ha sido traducida al inglés, francés, italiano, portugués y alemán.
ENTREVISTA
¿Con quién trabajó para elaborar los guiones de la película 7 DÍAS EN LA HABANA? ¿Cómo eligió a sus colaboradores y por qué?
En la primera etapa trabajamos juntos mi esposa Lucía López Coll y yo. Escribimos once propuestas y dos guionistas cubanos aportaron otras diez. Elegí a Lucía porque ella es una persona de cine (trabajó como ayudante de dirección y directora de cortos durante unos diez años) y no me gusta escribir un guión solo. Si en las novelas no puedo ni pensar que alguien escriba conmigo, en el cine no puedo pensar en escribir solo. De esas once propuestas que hicimos a los productores, hubo cuatro que fueron escogidas por los directores que al final aceptaron trabajar en la película: estas son las de Tabío, Benicio del Toro, Trapero y Medem... Con Cantet, tratamos de hacer algo nuevo a partir de una idea suya tomada de una novela mía (La novela de mi vida), pero a él le gustó tanto que prefirió dejar ese proyecto para montar un largo de ficción que está en curso.
Se percibe en los guiones de 7 DÍAS EN LA HABANA que fueron escritos con la idea de ser filmados. Según usted, ¿cuáles son los requerimientos de la escritura cinematográfica?
En efecto, los guiones fueron escritos para ser filmados. En este caso todo era más complicado, pues se debían resolver las historias en 12, 14 páginas, para que se filmaran 15 minutos, y la síntesis de los conflictos debía ser mucho mayor. Por lo tanto, había que escribir teniendo en cuenta el reloj y también las otras exigencias del cine: lo que piden los productores, lo que quieren los directores, lo que materialmente se puede filmar. Son conceptos totalmente ajenos a la literatura. En la escritura de un guión, el escritor solo aparece en los diálogos, que pueden pasar del papel a la cinta. El resto es estilísticamente nulo, pues es utilitario, está en función del argumento y no de la belleza del lenguaje.
¿Puede explicarnos en pocas palabras de qué trata 7 DÍAS EN LA HABANA?
Son diferentes formas de ver La Habana, desde dentro, desde fuera, desde muy cerca y desde la mirada asombrada de los que descubren la ciudad por primera vez. La película habla de una Habana múltiple y única, donde coexisten muchas vidas que, en cierta forma, están ligadas. Habla de una ciudad que se muere y vuelve a levantarse. Habla de mi ciudad.
¿Cómo consiguió evitar los estereotipos de La Habana, los coches, la música, los puros, el Che, las chicas fáciles…?
Hice todo lo que pude. Por eso no hay ninguno de esos lugares comunes en los cortos de Tabío y de Trapero. Pero puede que aparezcan en algún otro ya que forman parte de la realidad y están profundamente arraigados en la mente de los realizadores y de muchas otras personas cuando piensan en Cuba.
Otro estereotipo es que la ciudad se trate como un personaje.
En este caso no hablamos de un personaje, sino de un decorado que se repite. Y dado que La Habana es una ciudad tan especial, su envergadura es muy importante para el desarrollo de los temas.