Filmografía seleccionada
1994 LE PÉRIL JEUNE
(Cédric Klapisch)
1996 CADA UNO BUSCA SU GATO
(Cédric Klapisch)
1997 EL EXTRANJERO LOCO/GADJO DILO
(Tony Gatlif)

DOBERMANN
(Jan Kounen)
1998 LA CIGOGNE
(Tony Gatlif)
1999 PEUT-ÊTRE
(Cédric Klapisch)
2000 BEING LIGHT
(Jean-Marc Barr/Pascal Arnold)

ÉRASE UNA VEZ.../LE PETIT POUCET
(Oliver Dahan)
2001 17 VECES CÉCILE CASSARD
(Christophe Honoré)

UNA CASA DE LOCOS
(Cédric Klapisch)
2002 LE DIVORCE
(James Ivory)

ADOLPHE
(Benoît Jacquot)
2003 EXILS
(Tony Gatlif)
2004 LAS MUÑECAS RUSAS
(Cédric Klapisch)

DE LATIR, MI CORAZÓN SE HA PARADO
(Jacques Audiard)

ARSÈNE LUPIN
(Jean-Pierre Salomé)
2005 DANS PARIS
(Christophe Honoré)
2006 PARIS
(Cédric Klapisch)

MOLIÈRE
(Laurent Tirard)

El guión me sorprendió antes de abrirlo. En la portada, en letras muy grandes, estaba escrito “MOLIÈRE”. Llamaba la atención. Empecé a leerlo y me enganchó. Lo leí de una sentada. Me pareció genial mostrar a un Molière humano, lleno de dudas, sumido en la vida que nutriría sus obras. Laurent Tirard y Grégoire Vigneron supieron crear una historia sin que les aplastara el peso del personaje, a base de inventiva y tomando préstamos de la obra del dramaturgo.

Tenía un recuerdo polvoriento de las obras de Molière, adquirido en el colegio. Al volver a leerlas para preparar la película, vi que lo aprendido no reflejaba la vida ni la energía que Jean-Baptiste Poquelin
(Molière) había puesto en su trabajo. Su obra puede cautivar a los jóvenes si se presenta de una forma viva, sin énfasis inútiles. Molière es moderno, crítico, subversivo.
Para documentarme fui a ver cuadros de la época. También visité la Comédie Française y allí, en ese templo dedicado al maestro, sentí el peso de la imagen de este hombre y casi me dio miedo interpretarlo. Pero me liberó el escenario del teatro. Una vez en el escenario, se siente algo muy personal, se crea una intimidad con el patio de butacas, y eso me dio mayor seguridad para interpretarlo.
No sé si es porque se trata de una película de época, o porque es Jean-Baptiste Poquelin, pero con relación a otras películas, hice un mayor trabajo de preparación. Incluso tomé clases de caligrafía. Memoricé el texto con antelación para asegurarme de que respetaba la precisión del idioma. Me metí tanto en la piel del personaje que incluso hablaba con la entonación y usaba ciertas palabras en mi vida diaria. Sabía que tendría que preparar muy a fondo algunas escenas. En una de ellas, enseño a hacer el caballo a Jourdain. Vimos muchos vídeos de caballos ya que tenía que imitar a tres diferentes, el percherón, el caballo de montar francés y el andaluz.

Laurent me ayudó mucho. Me gusta trabaja con él. Siempre está abierto, pero nunca pierde de vista el conjunto del proyecto ni el tono que desea obtener. Tiene un humor muy particular, se nota en el guión; incluso parece británico. Siempre equilibraba nuestra interpretación. Si sobreactuábamos, sabía encaminarnos de nuevo.

Pocas veces he empezado a rodar una película como hicimos en esta. Empezamos en una taberna en la que Molière, rodeado por unos amigos, bebe para olvidar sus dudas. Empezar con una escena de borrachera no deja elección. Hay que prepararla, equilibrarla, pero también hace desaparecer el miedo. En esta primera semana, rodamos pequeñas escenas en las que Molière sube al escenario, cosas que habíamos preparado con Laurent. Fue una primera semana de locura.

Mis compañeros de reparto me motivaron gracias a su personalidad y energía. La pasión que siente Fabrice por su profesión es contagiosa. Nuestros personajes no son amigos, pero se necesitan mutuamente. Nunca somos fraternales ni antagonistas, incluso podemos llegar a ser distantes. Sin embargo, en la escena en que hablamos del amante de su esposa, sentí que había una poderosa emoción entre los dos. Me confirmó que si no había habido más sentimiento entre nuestros personajes, se debía a que no había llegado el momento. Era una relación apasionante.

En cuanto a Laura Morante, nuestra interpretación evolucionó. Al principio no caigo bien a su personaje, pero poco a poco nace la complicidad y, por fin, la pasión. Laura aporta un encanto enorme a Elmira; impresiona y seduce a la vez. Conmueve en las escenas íntimas.

Solo tengo una pequeña escena con Edouard, pero me pareció un actor brillante. Lo que más me gusta de él son sus dudas, sus miedos, le hacen mucho más humano.
Me gustó mucho trabajar con Ludivine Sagnier. Es natural, justa, muy generosa. Me pareció una Celimena impecable.

Guardo una sensación de vitalidad, de emoción, de aventura de este rodaje. Laurent ha tenido la buena idea de no presentar a Molière como una estrella de rock o un genio sin defectos. Ha dibujado un personaje humano, complejo, que conoce la envidia, la ambición y la duda. Es un artista frente a su obra y un hombre frente a sí mismo. Escribía con respeto y cariño. Cuando se burlaba de alguien, me parece que lo hacía con cariño, y eso aporta un tono único a sus obras. Le importaban las situaciones, la vida, los fallos, los cambios por los que pasamos al cabo de un día. Me sentí muy cercano al personaje por esta fragilidad. Paradójicamente, la película no gira alrededor de Molière a pesar de ser el tema de la misma. Era uno de los retos del papel, existir también como espectador. Por lo tanto, las pocas escenas en las que Molière se expresa realmente fueran cruciales, y por eso lo di todo. Laurent estaba de acuerdo con ese enfoque.