Me fascina la vida de cada día, pero comparada a la guerra, puede parecer aburrida, carente de dramatismo, incluso banal. Pero basta con rascar en la superficie de la vida cotidiana para que empiece a fluir todo el poder de las emociones humanas, pasadas, presentes y futuras.

GRBAVICA es sobre todo una historia de AMOR. Un amor impuro porque se ha mezclado con el odio, el asco, el trauma, la desesperación. También habla de esas VÍCTIMAS que, a pesar de no haber cometido crimen alguno, no son del todo inocentes a los ojos de las nuevas generaciones. Además, habla de la VERDAD, un poder cósmico sin el que no hay progreso, algo tan necesario para una sociedad como la de Bosnia-Herzegovina que se esfuerza en alcanzar la madurez.

“Aprovecho este podio europeo para recordar que hoy siguen viviendo libres en Europa dos personas, Radovan Karadzic y Ratko Mladic, que organizaron la violación de 20.000 mujeres en Bosnia, la muerte de 100.000 personas y la deportación de un millón de seres humanos. No hay que recordarlo porque Europa lo sabe y lo permite”.

Palabras de la directora al recoger el Oso de Oro

Jasmila Zbanic escritora y directora

GRBAVICA es su primer largometraje.
Empezó a rodar en 1997, después de fundar “Deblokada”, una asociación de artistas a través de la que produjo, escribió y dirigió numerosos documentales, vídeos y cortos que se han visto en festivales y exposiciones en todo el mundo.

Entre otros mencionaremos el corto «Birthday», una parte de la película recopilatoria «Lost and Found», que estudia la trayectoria de dos jóvenes, una bosnia y otra croata; el documental «Red Rubber Boots», acerca de la odisea de las mujeres bosnias en busca de sus hijos; y otro documental, «Images from the Corner», acerca de una mujer gravemente herida en la guerra a la que no le queda más remedio que aguantar mientras un fotógrafo extranjero le hace fotos.

Nacida en Sarajevo en 1974, se licenció en dirección teatral y cinematográfica en la Academia de Artes Dramáticas. Antes de hacer cine, trabajó de marionetista en el Teatro Bread and Puppet de Vermont.

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Entrevista

GRBAVICA es un mundo que dará mucho que hablar a los extranjeros, pero, ¿qué es?
Grbavica es un barrio que se encuentra al lado de donde vivo. Durante la guerra, la zona fue asediada por el ejército de Serbia y Montenegro y convertida en un campo de prisioneros donde se torturó a la población. Si pasea por Grbavica hoy, verá los típicos edificios de arquitectura socialista, tiendas, a los vecinos, niños, perros... pero también notará la presencia de algo silencioso e invisible, la extraña sensación que despiden los lugares marcados por el sufrimiento. Esma y otros héroes pertenecen al microcosmos llamado GRBAVICA. Etimológicamente, la palabra significa “mujer con chepa”. Ya sé que un poco difícil de pronunciar, pero me parece que estas letras no muy atractivas aportan un buen sonido al mundo de Esma.

¿Cómo nació la historia?
Cuando empezó la guerra, me puse muy contenta porque cancelaron el examen de matemáticas. Lo que más me interesaba entonces como adolescente era el sexo. Hablar de sexo, soñar con el sexo como la culminación del amor. Pero en 1992 todo cambió y me di cuenta de que vivía en medio de una guerra en la que se usaba el sexo como estrategia para humillar a las mujeres y destruir a un grupo étnico. Veinte mil mujeres fueron violadas sistemáticamente en Bosnia durante la guerra. Vivía a cien metros del frente y lo que más me asustaba era eso. La violación y sus consecuencias se convirtieron en una obsesión para mí. Leía todo lo que encontraba sobre el tema, pero aún no sabía por qué lo hacía ni lo que quería hacer. Cuando di a luz a mi hijo, que fue fruto del amor, lo entendí. Me pregunté cómo afectaría emocionalmente a una mujer tener un hijo concebido en el odio. Entonces supe lo que quería de GRBAVICA, y empecé a escribir entre biberón y biberón.

Ha dirigido la película además de escribir el guión. ¿Qué fue lo más importante a la hora de desarrollar los personajes?
Una vez, alguien muy querido murió. Al día siguiente, me levanté, me cepillé los dientes y me pregunté si el mundo seguía existiendo, si todo seguía en el mismo sitio que el día anterior, como si nada hubiera pasado. Era un poco como si mi dolor debiese impedir que el mundo siguiera. Pensé en Esma así. Su tragedia no paró el mundo. Su vida sigue, hace sándwiches para su hija, ríe y bromea, plancha, usa el transporte público... Mientras escribía el guión y dirigía la película, la vi desde esa perspectiva. Christine Maier, la directora de fotografía y yo nos inclinamos por una fotografía alejada del dramatismo para llevar al espectador a un mundo diario bajo el que se esconde un volcán. También era muy importante que Sarajevo fuera uno de los personajes.

Mirjana Karanovic es más conocida internacionalmente por sus papeles en las películas de Emir Kusturica, aunque llevaba tiempo sin tener un personaje que le permitiese expresar todo su registro y su carisma.
Es una gran artista. Es comparable a un instrumento secreto que toca cada matiz del alma y al que duele el menor fallo. Siempre interpreta en más de una dimensión. El personaje de Esma tiene un secreto, casi todo lo que dice es mentira y significa algo diferente. Mirjana tiene todo un abanico de colores. He aprendido mucho con ella, y cuanto más trabajaba con ella, más la admiraba. Una de mis películas favoritas es «Papá está en viaje de negocios», de Emir Kusturica, en la que hacía el papel de Sena, la madre. Si se compara a las dos, Sena y Esma, una de la época socialista, otra del momento actual, vemos el cambio en el país y en la mujer.


Por muy pequeño que sea el papel de un actor, da la impresión de que les ha dado a todos la oportunidad de lucirse.
GRBAVICA es ante todo una película de actores. Era consciente de que solo podía hacer esta película con grandes actrices, para los papeles de madre e hija. Por eso fuimos tan cuidadosos con el reparto. Por ejemplo, se entrevistó a más de 2.000 chicas y chicos en colegios. Se hizo una preselección de 200 con los que hablé personalmente, entre los que escogimos a 20 con los que trabajamos durante siete días. No solo queríamos ver cuál de ellos tenía talento, sino cuál progresaba con más facilidad, cuál se concentraba más y cuál escuchaba mejor. Los otros actores fueron escogidos con sumo cuidado. Estuvimos ensayando durante un largo periodo incluso en los decorados de la película para que se acostumbrasen al mundo que queríamos crear. Lo que me hizo realmente feliz, aparte de que los actores fueran magníficos profesionales, era el hecho de que amaban a sus personajes, el guión y al equipo.

¿Cómo es trabajar con niños?
No tratamos a Luna Mijovic (Sara), que tiene trece años, ni a Kenan Catic (Samir), 14 años, ni a ninguno de los actores jóvenes como niños, sino como a otros autores más del proyecto. Y así lo entendieron; se lo tomaron muy en serio, fueron responsables y creativos.

¿Es verdad que Luna se rompió la pierna?
Por desgracia. Fue durante el rodaje de la escena en la que Sara juega al fútbol con Samir. Hubo una amenaza de bomba en el Parlamento, cerca de donde rodábamos, y nos retrasamos mucho. Cuando empezamos a rodar la nieve estaba dura, pero se reblandeció y Luna se cayó. Kenan tropezó y se cayó encima. Los del equipo de sonido dicen que oyeron el hueso romperse... Me sentí terriblemente culpable. Hubo que esperar dos meses para seguir rodando, hasta que Luna pudo usar la pierna otra vez. Entretanto llegó la primavera y tuvimos que cambiar algunos decorados exteriores. La escena del partido de fútbol fue rodada en parte en marzo con la nieve y en parte en mayo. Tuvimos que falsear la distancia entre los niños y el edificio para que no se vieran los árboles en flor.


La música y las canciones tienen un papel muy importante en la película. Hay dos temas clave, una “ilahija” al principio y un éxito de los setenta al final. Entre medias, un sinfín de éxitos populares...
La vida interior de Esma no es verbal. La mejor forma de expresarla es a través de la música. Las “ilahijas”, canciones dedicadas a Dios, expresan sus sentimientos y le hacen hablar. Contrasta mucho con la sensibilidad de la “ilahijas” la agresividad de la música “turbo folk” tan en boga hoy en día en los Balcanes. El “turbo folk” es original de Serbia. Fue predominante durante la época de Milosevic; se suele asociar a la cultura de la guerra, del machismo y de la mafia. Aún sigue siendo muy popular. La película acaba con una canción muy conocida, “Sarajevo, mi amor”, que se canta a menudo en los viajes escolares. Es un tema lleno de optimismo que contrasta fuertemente con los sentimientos de Sara. Al cantarlo con sus compañeros, siente que forma parte del grupo. La letra deja entender el posible regreso de Sara, aunque quise dejar el final abierto.


Aunque la historia de Esma y Sara es muy triste, también contiene un cierto optimismo. ¿Cabe la posibilidad de que se perdone al padre de Sara?
Creo que primero los criminales de guerra deben arrepentirse de lo que hicieron. Solo entonces las víctimas podrán perdonar. Uno de los problemas en Bosnia- Herzegovina es que muy poca gente se arrepiente de lo que pasó. Murieron más de cien mil personas, hubo un millón de expulsados, pero apenas ha habido castigo. La parte positiva es que no hay un sentimiento de venganza, lo que me parece un gran logro por parte de la sociedad. Creo que Esma no piensa en el perdón ni en la venganza. Sara es una víctima, pero también es el recuerdo del agresor. Nuestro futuro depende de que reconozcamos los dos componentes porque ambos nos pertenecen y los llevamos dentro.

¿Cómo es rodar en Bosnia-Herzegovina?
Es el único país de Europa donde no hay una sola cámara de 35 mm ni un laboratorio de revelado. Este hecho absurdo forma parte de la creación cinematográfica en Bosnia. Tenemos muy pocos profesionales e intentamos compensarlo con personas de otras partes de la ex Yugoslavia o, en mi caso, procedentes de los países coproductores. Pero creo que la necesidad de contar nuestras historias es tan grande que podemos ir más allá de nuestras carencias.

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