Julio, de diecinueve años, llega a Lisboa desde el campo para vivir con su tío Afonso y trabajar de zapatero. Pronto conoce a Ilda, una muchacha del servicio doméstico que visita con frecuencia el taller donde trabaja y de quien le seducen su independencia y desparpajo. Ambos comienzan un romance que se ve truncado por el choque con su realidad cotidiana.
Inédita en España, la ópera prima de Paulo Rocha, filmada en un esplendoroso blanco y negro, es la punta de lanza del nuevo cine luso: “el mejor cine portugués es heredero de Paulo Rocha” (João Bénard da Costa, Cinemateca Portuguesa).