El director ganador del Óscar nos lleva de nuevo al clásico de Mary Shelley, pero con su sello inconfundible: un Victor Frankenstein brillante, obsesivo y ególatra, que en su ansia por desafiar a la muerte crea una criatura condenada tanto por su aspecto como por la ambición de su creador. Una historia tan gótica como actual sobre la fragilidad humana, la soledad y los monstruos —los de fuera y los de dentro.