En Irán, al igual que en muchos otros países, el fútbol
es muy importante. Como pueden imaginarse, las distracciones no abundan en
el país. El fútbol es un deporte y un espectáculo. También
es una oportunidad de gritar, de gesticular, de soltar energía reprimida.
A veces, cuando un partido de la selección nacional coincide con una
manifestación e Irán gana, la manifestación es más
intensa. |
Hace ocho años, Irán ganó a Australia y se clasificó para
el Mundial. Entonces, la entrada a los estadios estaba vetada para las mujeres,
sin embargo, esta vez se les dio permiso para recibir a los jugadores. Acudieron
cinco mil mujeres, lo que dio pie a un debate muy serio acerca de por qué tenían
prohibida la entrada. Recuerdo que leí un artículo en el que
el periodista decía que incluso en la Grecia antigua las mujeres tenían
el mismo problema. Cuatrocientos años antes de Cristo las mujeres debían
disfrazarse para aplaudir a sus hijos. Que sea verdad o no me dio la idea para
el proyecto.
Además, hace cuatro años vivía al lado del estadio donde
se entrena nuestra selección. Quería ir a ver los entrenamientos
y mi hija estaba empeñada en acompañarme. Por mucho que le explicara
que no era posible, ella estaba dispuesta a intentarlo. Al fin, toda la familia
fuimos hasta el estadio. Así, si no la dejaban entrar, mi esposa podría
llevarla a casa. Tal como esperaba, no pudo entrar, pero encontró una
forma de colarse y se reunió conmigo dentro del estadio. Eso también
me inspiró. Cuando vi que Irán volvía a tener la oportunidad
de meterse en el Mundial, decidí que era el momento oportuno para hacer
la película. |
El problema en Irán es que la frontera entre lo permitido y lo prohibido
no siempre está definida claramente. Por ejemplo, si se prohíbe
una canción, seguro que la gente la escuchará aún más.
Además, los que aplican las leyes las interpretan a su manera. Nunca
estamos seguros de si se trata realmente de la ley o de una interpretación
personal. El deber de la policía consiste en asegurarse de que se respeta
la ley, pero la gente siempre hace lo que quiere. En lo que respecta al fútbol,
el ambiente dentro de los estadios es muy viril, muy masculino. Los hombres
tienden a gritar, a montar broncas y a insultarse. Por eso el sector conservador
piensa que las mujeres no deberían estar expuestas a ese comportamiento. |
El servicio militar es obligatorio en Irán. Son chicos normales y les
es fácil identificarse con los deseos de su generación. Se supone
que los soldados deben hacer cumplir las restricciones, pero no siempre se
sienten cómodos haciéndolo. Luego están las personas mayores
con una visión más tradicional. Los tradicionalistas representan
el diez por ciento de la población y tienen el poder. Obviamente, hay
un enfrentamiento generacional.
Cualquier restricción es el resultado de otras restricciones. Si estudiamos
una en concreto, deberemos considerar varias más. Mis películas
funcionan del mismo modo. Escojo temas relativamente simples e intento desarrollar
lo que los rodea, todo lo referente a esos pequeños temas que acaban
simbolizando un problema más importante a una escala mayor dentro de
la sociedad. El Mundial es un acontecimiento internacional. Transcurra en Japón
o en Irán, todos aspiramos a lo mismo, por eso debemos erradicar la
opresión. Es posible que las chicas iraníes expresen así su
deseo de formar parte de una comunidad global. Pero no realicé la película
con este mensaje en mente, el público debe decidir por sí mismo. |
La película está construida como un documental en el que he insertado
personajes. ¿Es un documental o una película de ficción?
Quería que la acción reflejara esta ambigüedad. Por eso
nos esforzamos en el realismo temporal, para que el espectador sienta que está viendo
algo real. Los lugares, los acontecimientos, los personajes y la figuración
son reales. Por eso decidí no usar actores profesionales, para evitar
la sensación de ficción.
Nos enfrentamos a muchos obstáculos para hacer la película.
No es especialmente difícil obtener permisos para rodar un partido,
pero filmar a chicas en un estadio es otro cantar. También me precedía mi reputación como director y éramos conscientes de que sería un problema. Nos esforzamos en ser discretos y evitar salir en los periódicos, pero cinco días antes del final del rodaje, salió un artículo diciendo que estaba dirigiendo una película. Los militares ordenaron que se interrumpiera el rodaje y les llevásemos lo que habíamos filmado hasta entonces para que lo vieran. Fui a ver al director de Cinematografía de Irán para decirle que no lo haría y que tampoco permitiría la presencia de un solo soldado en el rodaje. Por suerte, faltaban pocas escenas por rodar dentro de un microbús. Salimos de la zona militarizada y acabamos rodando a unos 60 kilómetros de Teherán. |
Si el Festival de Teherán selecciona una película, es más fácil distribuirla en Irán. Cada año relleno todas las solicitudes, pero de momento no se ha distribuido ninguna película mía en Irán. No me queda más remedio que seguir siendo optimista. Gracias a la dosis de humor que contiene la película, cabe la posibilidad de que se distribuya nacionalmente. |
Unas 110.000 personas llenaron las gradas. A la salida había un helicóptero militar rodeado de soldados delante del estadio para que nadie se acercara. Los soldados empezaron a empujar a la multitud y siete personas murieron pisoteadas. Sin embargo, la prensa iraní solo publicó fotos de seis de los fallecidos. Se rumoreó que la séptima víctima era una chica. No tenemos pruebas, pero sí sabemos que entre los heridos había una chica disfrazada de chico. |
La canción que escogí para el final de la película es casi como un himno nacional. Hace unos sesenta años, cuando los occidentales estaban en Irán, uno de nuestros poetas fue testigo de cómo abusaban del pueblo iraní
Lo que vio le dolió tanto que decidió componer una canción.
Habla del país y de su gente, no de sus gobiernos.
Por eso amamos tanto esta canción. Muchos intérpretes la han cantado. Escogí la versión que me parecía tener un carácter más épico. |
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