Entrevista con

Gael García Bernal

¿René Saavedra es un símbolo de su época, o simboliza lo que estamos viviendo hoy?
René es un personaje inherente al contexto en que vivía, pero a la vez también es eterno; simboliza el despertar político de una persona aparentemente apolítica. Es la consecuencia de la política que vivieron sus padres en el exilio, de la persecución, de la sensación de ser un extranjero. En algún momento de la historia busca inconscientemente una forma de reconciliarse con su lado político, al que recurre para cambiar su entorno más inmediato. Creo que el rito de paso a la madurez es recurrente en el ser humano; surge siempre y cuando nos demos cuenta de que podemos cambiar las cosas.

¿Cuál fue el mayor éxito de la campaña del NO, teniendo en cuenta su dimensión política y publicitaria?
El mayor éxito de la campaña del NO fue aprovecharse, por un lado, del sistema neoliberal instaurado por la dictadura para su propia conveniencia y, por otro, la democratización de los medios en el estado rudimentario en que estaban entonces. Puede decirse que la campaña superó a la derecha desde la izquierda y la derecha. Fue una llamada al optimismo y a la felicidad en un país sumergido en las dolorosas consecuencias de su política más reciente.

Pinochet es el único dictador de la historia reciente que ha dejado el poder mediante un referéndum democrático. ¿Cómo encaja René Saavedra en eso?
Creo que lo que se consiguió en aquel momento fue uno de los actos de fraternidad más importantes y más puros que ha vivido la democracia. A pesar de saber que las elecciones eran en gran parte fraudulentas desde el principio, confiaron en que el sacrificio valía la pena y que debían dar la cara de una vez por todas; por ellos mismos, sus padres y sus hijos. Es aquí donde René Saavedra, en mi opinión, se convierte en un ser creíble y heroico. Larga vida a Saavedra. Ya le echo de menos.
Entrevista con

Alfredo Castro

¿En qué se parecen Raúl Peralta (Tony Manero), Mario Cornejo (Santiago 73, Post Mortem) y Luis Guzmán (NO)?
Raúl Peralta, Mario Cornejo y Luis Guzmán están unidos porque están solos, porque son invisibles para los que les rodean y porque se someten al poder. Sin embargo, son radicalmente diferentes porque Luis Guzmán cree y apoya una ideología. Es el más dañino y peligroso representante de la derecha chilena: un trepa que carece de talento, pero cuyo servilismo es útil a la dictadura. Personalmente, lo que me conmovió del papel fue su infinita soledad y su esperanza secreta de formar parte algún día del círculo más íntimo de Pinochet, aun a sabiendas de que nunca ocurrirá. Al contrario de Raúl Peralta, un hombre que carece de ideología y que, desde una esquina de la historia, tiene la intención de ejercer su poder sobre los menos afortunados y matar con la misma impunidad que el dictador, y de Mario Cornejo, un hombre que se convierte en el protagonista del episodio más sangriento e indeseable de la historia de Chile por las circunstancias, Luis Guzmán transita alegremente entre ideologías afines, la dictadura y el libre mercado. Nada de sentimentalismos, ideales, heroicidades o hechos épicos.

Es la tercera película que rueda acerca del mismo periodo. Si tomamos en cuenta que han transcurrido casi treinta años desde esa época, ¿cómo trabaja la percepción del tiempo y del espacio?
No creo que pertenezcan al “mismo periodo”. La forma que tiene Pedro Larraín de contar historias me parece muy interesante: Tony Manero reflejó el momento de mayor represión y crueldad de la dictadura; Santiago 73, Post Mortem se centró en el principio del horror, y NO revisa aparente agonía de la dictadura. Y digo aparente porque siguió y todavía sigue funcionando en Chile, a la sombra de una supuesta democracia. Aunque las tres películas transcurren en años próximos, no pertenecen al mismo periodo. Un “periodo” puede ser cuestión de horas, días. Y el “periodo” de la dictadura sigue adelante con caras nuevas, más democráticas, como estructura de poder y sistema económico, a través de grandes y poderosos grupos financieros, tan crueles en su segregación y discriminación hacia los menos privilegiados como la terrible dictadura que les puso en el poder.

¿Qué opina de que la publicidad tenga un papel tan relevante en la comunicación política actual?
La relación entre política y propaganda, y la agitación de masas necesaria para provocar grandes cambios sociales, siempre ha existido. En la II Guerra Mundial se crearon ministerios especiales en países europeos. Ocurrió lo mismo en Chile para el plebiscito. La dictadura disponía de todo el sistema de comunicación del país, además de contar con el apoyo de una gran parte de la población. Por lo tanto, para derrotarla fue necesario que los creativos de la campaña llegasen a la gran masa, formada por disidentes, indecisos y temerosos, mediante mensajes simbólicos que actuasen en el subconsciente, los instintos, las emociones y los sentimientos. Había que simplificar las ideas al máximo y usar mensajes claros muy concentrados. Por eso, el eslogan de la campaña del NO, dirigida en su mayoría por publicitarios jóvenes, fue “La alegría está en marcha”, y tal como explica mi personaje representa una promesa, un ideal de futuro, un cambio que resultó ser imparable. Y así fue.
Reparto
René Saavedra Gael García Bernal
Luis Guzmán Alfredo Castro
Verónica Antonia Zegerz
Urrutia Luis Gnecco
Fernando Néstor Cantillana
Simón Pascal Montero
Alberto Arancibia Marcial Tagle
Ministro Jaime Vadell
Sandra Manuela Oyarzún
Equipo técnico
Director Pablo Larraín
Guión Pedro Peirano
Basado en la obra “El plebiscito” de Antonio Skármeta
Productores Juan de Dios Larraín, Daniel Dreifuss
Productores ejecutivos Jeff Skoll, Jonathan King
Productor Asociado Niv Fichman
Director de fotografía Sergio Armstrong
Diseño de producción Estefanía Larraín
Diseño de sonido Miguel Hormazábal
Montaje Andrea Chinogli
Posproducción Cristián Echeverría
Año 2012
Duración 110’
Países Chile, Ee Uu, México
Idioma Español