LA PRENSA HA DICHO
Esta película cuenta la historia de un hombre moderno que carece totalmente de la noción de un principio supremo que le ate al mundo; un hombre que ha perdido la comprensión de la naturaleza teológica del poder. Los tiranos de las tres películas anteriores de la tetralogía creían ser los representantes de Dios en la tierra, y acabaron teniendo una sorpresa desagradable: solo eran humanos. Pero en FAUSTO es todo lo contrario: un hombre se convierte en ídolo ante nuestros ojos. El poder llama a Fausto. Su lema es: “Si lo quiero, lo tendré”. La marcha triunfal de Fausto por el mundo no ha hecho más que empezar cuando acaba la película. Va camino de convertirse en tirano, en líder político, en oligarca: un Lenin, un Hitler, un Abramovich.
¿Es una coincidencia que el realizador interrumpa aquí el periplo? Séance

Es obvio que nadie esperaba que Alexander Sokurov llevara a Mefistófeles a la gran pantalla con capa, barba de chivo y cejas demoníacas, pero la distancia del personaje, no solo con los tópicos teatrales, sino también con la imagen creada por Goethe, es asombrosa.
En vez de un poeta despreocupado y provocador que cambia de aspecto y se siente cual pez en el agua esté donde esté, en la película de Alexander Sukurov nos encontramos con una criatura sorprendentemente torpe y lenta. A este Mefistófeles le cuesta respirar, se mueve con dificultad, siempre farfulla; es un viejo extraño, gruñón, con la tripa abultada, una figura en forma de pera y un pelo rojizo y ralo. Tiene problemas de gases, le duele el estómago y se agacha para defecar en los momentos más inoportunos. Séance

El mundo de la película de Alexander Sokurov es de una corporeidad agresiva. Es un mundo que se duele y apesta como el cuerpo humano. Incluso el emisario del infierno tiene ardores. Una camilla ginecológica parece un potro; unos fórceps, instrumentos de tortura, y la muerte adopta la forma de un ataúd en un pasillo a punto de derretirse por el calor. Sokurov resucita al padre de Fausto, un personaje que ya aparece en la tragedia de Goethe: es curandero y componedor de huesos, pero ha mandado a bastantes personas honestas al otro barrio. La medicina no se diferencia del veneno, un tentempié de un banquete funerario. “Todo lo fugaz es un hedor”, dice el nuevo Fausto, parafraseando a Goethe. Séance