ENTREVISTA
Dos años después de Potiche, mujeres al poder, vuelve a trabajar con François Ozon.
No esperaba volver a rodar tan pronto después de Las chicas de la 6ª planta. No soy un glotón de la acción, y el teatro me ocupa mucho tiempo. Pero ocurrió. Me puede el encanto y me dejé llevar por los sentimientos. Si alguien es cortés, elegante, divertido, simpático, talentoso y nos gusta trabajar juntos, me apunto.

Pero también estaba el guión. No leo guiones, no me interesan mucho. Mi hija suele decidir por mí. Pero en este caso sobresalía algo. Era impensable rechazar un guión tan generoso y lleno de suspense. Por fin algo nuevo, nada abstracto, algo bueno, ambicioso, nada psicológico.

¿Se identifica con lo que Germain siente por la literatura?
Digamos que está dentro de mi mundo, pero el director es el responsable de llevar al actor hacia el personaje, él me guió. Es el jefe. Soy el instrumento. Durante estos últimos años he descubierto un método infalible: obedezco. Ahorro mucha energía y los realizadores me llevan a la nota que debo tocar. El cine requiere una disponibilidad y una entrega absolutas. Es mejor llegar al plató en un estado soñoliento. No tengo la presunción de los grandes actores que aseguran poder hacer cualquier papel. Y cuanto más viejo, menos. Mi responsabilidad se limitaba a dar un toque divertido, aunque el personaje está un poco deprimido. Un actor debe ser eficaz.

Germain es un hombre que comunica su amor por los grandes autores, como hace usted cuando lee grandes obras en el escenario.
Sí, pero en mi caso es muy diferente. El público paga cincuenta euros para oír a Baudelaire o La Fontaine, Céline o Flaubert. Germain no es especialmente poético, no es un “atleta de la emoción”, como llamaba Jouvet a los actores de teatro. Y yo, como Germain, no debía serlo. En el escenario enmarco la acción, especialmente en los espectáculos literarios en solitario. El cine es menos físico, se trabaja dentro del marco del director. François Ozon tuvo cuidado de restringir mis consejos literarios a Claude, de mantenerme dentro del guión. ¡Estaba obsesionado con impedirme que encarnara a Fabrice Luchini!

¿No añadió su granito de arena al discurso de Germain?
No. Pero es una buena señal. Demuestra que me apropié de lo que estaba escrito. No opino acerca de lo que dice Germain, pero debe haber algún eco en mi interior. Sugerí Un corazón sencillo, de Flaubert, es una obra que adoro. Y a Germain le golpean en la cabeza con Viaje al fin de la noche, de Céline, pero eso era Germain mandándome una indirecta. Lo que dice Germain no tiene importancia, lo que cuenta es el placer del cine, y eso se lo debemos a Ozon. Pero sí hay un diálogo mío. Cuando mi esposa en la película habla de una artista contemporánea, debía contestarle con una frase larga y teorética. Pero pensé en el Elvis francés, Johnny Hallyday, y lo resumí: “No estoy seguro de que se venda”. Me encanta Johnny, tiene golpes geniales. Soy un gran fan de sus citas.

Usted es conocido por ser divertido, pero en esta película también es conmovedor, sobre todo en la última escena, en el banco.
Sí, hay mucha alternancia entre los dos registros, es un papel genial. Un actor no puede demostrar su fuerza. Puede ser colorido, pero debe ser vulnerable para comunicar humanidad. Me alegro de que me den papeles así, sino solo soy una especie de síntoma que gustará a algunos y otros odiarán… Hace unos doce años que me ofrecen este tipo de papeles, y me dicen: “Pero si puede proyectar emociones”, como si debiera ser el eterno personaje de Rohmer, el empedernido parlanchín, el hombre que juega con las palabras para encarnar papeles de malos brillantes y sarcásticos.

¿Cómo fue trabajar con Ernst Umhauer?
Fue muy atrevido por parte de Ozon dar un papel de tanta importancia a un joven con tan poca experiencia. Me dio una pista importante: olvida la literatura e imagina que enseñas a un joven actor en una clase de teatro. También tuve una idea, y permítame ponerme filosófico: pensé en la relación con el Otro, en los escritos de Emmanuel Levinas… También lo tuve en cuenta durante el rodaje de Las chicas de la 6ª planta: ¿Qué significa descubrir al Otro? Al principio, los actores son muy tímidos, muy centrados en sí mismos. Pero, por suerte, milagrosamente, la presencia de otra persona suele ser un recurso fértil. El papel de uno da igual, lo importante es fijarse en el compañero de escena hasta el punto de estar casi únicamente centrado en él. Ahora me gustan los papeles donde puedo ser el receptor del otro. Algo inesperado para un hombre como yo, que lleva años actuando en solitario en los escenarios. Solo con los autores y el público.

¿Cómo describiría el vínculo que nace entre Germain y Claude?
La psicología nos mata. Los actores siempre están lloriqueando acerca de sus personajes. No, es mucho más sencillo. Hay un profesor y un joven. Está el placer del cine, los diálogos, la extraña situación en que están los personajes, la forma en que Germain ve al joven que representa el enigma de la juventud y del talento… No lo analizo, me da igual la psicología. Y cuando actúo con Kristin Scott Thomas solo necesito adaptarme a su diferencia como actriz, a su considerable experiencia, su intensa presencia, su increíble control físico. Por eso, en el momento en que empezamos una escena, en cuanto me habla y contesto, la dinámica es diferente de la que existe con Ernst. Exquisito, no hace falta inventar. Saberse el papel no significa saberse los diálogos de memoria. Ante todo, se trata de saber el lugar que ocupa el personaje en el conjunto de la película, entender la acción y saber qué piñón representa en la rueda que hace moverse el vehículo. En vez de centrarse en uno mismo y detener el movimiento de la narración, lo empuja.

¿Y qué piñón era usted en esta película?
No sabría definirlo intelectualmente. Solo puedo definirlo jerárquicamente: cámara, joven, creación… El papel protagonista pertenece a la cámara de François Ozon, a continuación viene Claude, una especie de Rimbaud retorcido, y en tercer lugar, el profesor, un hombre que va perdiendo el equilibrio a medida que acompaña al joven. En la primera escena en que conozco a Claude, sabía que no debía interpretar el diálogo. Solo tenía que pensar en “¿Cómo puede ser eso?”. Ese es mi trabajo: pase lo que pase, no se deben interpretar las palabras. En la vida soy muy analítico, tengo opiniones muy definidas, pero cuando trabajo, soy un perfecto idiota.

¿Por qué es la cámara de François Ozon la protagonista?
Porque se mueve. Entra en la casa, la analiza, la estudia con ironía. Filma la psicología de la mujer de Germain, la extrañeza del joven, la clase media en la casa de Rapha y la imaginación en la narración de Claude. En el teatro, me dedico a despertar imágenes, a poner una imagen a lo que escribieron los autores. En una película de Ozon, él pone la imagen a la narración, no es mi responsabilidad. Solo llevo unos pocos años aceptando papeles en los que no tengo que hacer nada.
FILMOGRAFÍA SELECCIONADA
2011EN LA CASA (François Ozon)
2010POTICHE, MUJERES AL PODER (François Ozon)
LAS CHICAS DE LA 6ª PLANTA (Philippe Le Guay)
2008PARÍS (Cédric Klapisch)
2007LAS AVENTURAS DEL JOVEN MOLIÈRE (Laurent Tirard)
2006JEAN-PHILIPPE (Laurent Tuel)
2005LA CLOCHE A SONNÉ (Bruno Herbulot y Adeline Lecallier)
2004CONFIDENCIAS MUY ÍNTIMAS (Patrice Leconte)
2003LE COÛT DE LA VIE (Philippe Le Guay)
2001BARNIE ET SES PETITES CONTRARIÉTÉS (Bruno Chiche)
1999PAS DE SCANDALE (Benoît Jacquot)
1998PAR CŒUR (Benoît Jacquot)
1997LE BOSSU (Philippe de Broca)
1996HOMMES, FEMMES, MODE D’EMPLOI (Claude Lelouch)
1995L’ANNÉE JULIETTE (Philippe Le Guay)
1994EL CORONEL CHABET (Yves Angelo)
1993TODO ESTO…¡¿PARA ESTO?! (Claude Lelouch)
1992EL REGRESO DE CASANOVA (Edouard Niermans)
1990LA DISCRETA (Christian Vincent)
1987CUATRO AVENTURAS DE REINETTE Y MIRABELLE (Éric Rohmer)
1986MAX MI AMOR (Nagisa Oshima)
1984LAS NOCHES DE LA LUNA LLENA (Éric Rohmer)
1982T’ES FOLLE OU QUOI (Michel Gérard)
1978PERCEVAL LE GALLOIS (Éric Rohmer)
1975VINCENT MIT L’ÂNE DANS LE PRÉ (Pierre Zucca)
1974CUENTOS INMORALES (Walerian Borowczyk)
1970LA RODILLA DE CLAIRE (Éric Rohmer)
ENTREVISTA
¿Qué impresión le causó la lectura del guión de EN LA CASA?
Me pareció divertido, ligero, pero nada superficial. Plantea preguntas, hace reflexionar acerca del papel de los profesores y de los alumnos, del arte, y de la obsesión por los reality. Sobre todo mi personaje, enganchada a la historia que escribe Claude. La actitud de Jeanne hacia los Rapha es de mirona total. Y dicha actitud pertenece al tiempo actual; sentimos curiosidad por la vida de los demás. Lo demuestra el auge de las revistas de cotilleos, ¡y no es algo de lo que debamos enorgullecernos!

Para Jeanne, interesarse por la vida de los demás es una forma de evitar la suya propia.
Sí, Jeanne es incapaz de ver lo que tiene delante de la nariz, y está amargada porque su relación empieza a desmoronarse. La película plantea preguntas importantes, pero lo hace de forma sencilla, divertida. En manos de otro director, habría podido ser una tragedia, pero François ha sabido convertirla en divertida y mordaz. Me gusta su sentido del humor.

¿Cómo describiría la relación entre Jeanne y Germain?
Se admiran mutuamente. Están cómodos juntos porque comparten su amor por la lectura y el arte. Son culturalmente compatibles. La cultura es un poco como el hijo que nunca tuvieron. La cuestión del hijo solo aparece al final de la película, como resultado de la relación de Germain con Claude.

¿Qué busca Claude en Germain?
Una ayuda para acceder a su imaginación, mejorar su estilo narrativo y así escapar de la triste realidad que le rodea, con un padre en una silla de ruedas y una madre ausente. Al escaparse a un mundo virtual, Claude explota a una familia. Tiene algo de monstruo.

La familia también es monstruosa, y al final se cierra sobre sí misma.
Sí, es uno de los temas favoritos de Ozon. La familia tiene un lado monstruoso, pero se la ve a través de un objetivo satírico, es difícil tomarla en serio. El espectador mantiene la distancia porque la describe Claude. La relación entre Jeanne y Germain es más real, más exacta. Ozon nos filmó muy de cerca, en un piso pequeño lleno de libros, y sumerge al espectador en un ambiente más íntimo.

Jeanne es una apasionada del arte contemporáneo; Germain, de la literatura clásica.
Sí, y hasta la llegada de Claude, la diferencia nunca les molestó, no era una fuente de conflicto. Cada uno hacía lo suyo. Se convierte en un problema cuando la relación empieza a disgregarse. François filma el mundo del arte contemporáneo ridiculizándolo. La reacción de las gemelas ante los cuadros de cielos que les muestra Jeanne es muy graciosa. La forma en que intenta vender el cuadro desvela sus dudas; intenta convencerse a sí misma y al comprador. Al final acaba inclinándose más por la artesanía que por el arte.

¿Cómo fue conocer a François Ozon?
Nos habíamos visto en varias ocasiones. Siempre me había parecido interesante, agudo, provocador. Tiene un destello en la mirada, habla a toda velocidad, está enganchado al trabajo, le interesa todo, es muy culto, se preocupa por todo lo que ocurre.

¿Y el rodaje?
Había acabado una obra de teatro de Harold Pinter, una pieza muy oscura que estuvo varios meses en Londres. Casi se me había olvidado lo que era un rodaje. François tiene un método de trabajo poco habitual. Para empezar, se ocupa del encuadre; nunca había visto a un director hacerlo. Además, ya se había rodado casi toda la película cuando llegué. Me estaban esperando como al Mesías, solo faltaban mis escenas. No es fácil incorporarse a un entorno establecido.
FILMOGRAFÍA SELECCIONADA
2011 EN LA CASA (François Ozon)
  BEL AMI, HISTORIA DE UN SEDUCTOR (Declan Donnellan y Nick Ormerod)
  LA PESCA DEL SALMÓN EN YEMEN (Lasse Hallström)
2010 LA FEMME DU CINQUIÈME (Pawel Pawlikowski)
2009 EN SUS MANOS (Lola Doillon)
  LA LLAVE DE SARAH (Gilles Paquet-Brenner)
2008 PARTIR (Catherine Corsini)
  HACE MUCHO QUE TE QUIERO (Philippe Claudel)
2007 SEULS TWO (Eric y Ramzy)
2005 EL JUEGO DE LOS IDIOTAS (Francis Veber)
2004 MAN TO MAN (Régis Wargnier)
2003 ARSENE LUPIN (Jean-Paul Salomé)
2002 PETITES COUPURES (Pascal Bonitzer)
2001 GOSFORD PARK (Robert Altman)
1999 CAPRICHOS DEL DESTINO (Sydney Pollack)
1998 UP AT THE VILLA/EL MISTERIO DE LA VILLA (Philip Haas)
1997 EL HOMBRE QUE SUSURRABA A LOS CABALLOS (Robert Redford)
1996 AMOUR ET CONFUSIONS (Patrick Braoudé)
1995 MISIÓN IMPOSIBLE (Brian de Palma)
  EL PACIENTE INGLÉS (Anthony Minghella)
1994 LE CONFESSIONAL (Robert Lepage)
1993 CUATRO BODAS Y UN FUNERAL (Mike Newell)
1991 LUNA DE HIEL (Roman Polanski)
1990 A LOS OJOS DEL MUNDO (Eric Rochant)
1989 LE BAL DU GOUVERNEUR (Marie-France Pisier)
1988 FUERZA MAYOR (Pierre Jolivet)
ENTREVISTA
¿Qué sintió cuando leyó el guión de EN LA CASA?
Me sorprendieron los parecidos que había entre Claude y yo. A su edad no era “el chico de la última fila”, era el chico de la penúltima fila. Al igual que Claude, se me daba bien escribir, pero poco más. También somos muy diferentes. No compartimos el mismo origen, no hemos nacido en el mismo lugar, no tenemos las mismas aspiraciones. Pero era desconcertante, sobre todo para mi primer papel protagonista, volver a ser un adolescente en el instituto, un lugar que tenía tantas ganas de abandonar.

¿Cómo definiría a Claude?
Claude es el chico de la última fila, el que lo ve todo, lo oye todo, tiene una imaginación sin límite y está dispuesto a cualquier cosa para hacer realidad sus fantasías de joven escritor. Solo puede escribir si realmente ocurre, lo que lleva a más de una situación cómica. Mezcla la ficción con la realidad y lo vuelve todo del revés. Puede ser difícil y cáustico porque no ha tenido afecto, y su falta de conocimiento del mundo le mete en líos. No sabe distanciarse. Tarda en darse cuenta de que sus palabras son punzantes y pueden herir. Es inteligente, pero no es muy consciente de su responsabilidad.

Claude es un ingenuo, pero también un manipulador; asusta y conmueve a la vez. ¿Cómo enfocó al personaje?
Pensé mucho en él antes del rodaje, pero cuando llegó el momento de interpretar, todo el trabajo intelectual se quedó por el camino y me dejé guiar por la intuición. Claude tiene algo de Maquiavelo, pero también es un inocente. Hace cosas dudosas, aunque creo que se debe sobre todo a la edad.

¿Cómo fue trabajar con François Ozon?
François me caló enseguida y supo encontrar las palabras para darme la energía adecuada. No hablamos mucho del personaje, pero ensayamos, trabajamos los movimientos de las escenas y conseguimos entendernos. A veces bastaba con una mirada. Es difícil describir esta profesión con palabras y no puedo compararle a otros directores. Es verdad que el ritmo del rodaje fue muy rápido, todo se movía a mucha velocidad.

¿Interpretó de forma diferente a Claude en la realidad y a Claude en la ficción?
François quería que las escenas de ficción fueran tan concretas como las reales para que todo se fundiera, para que los sueños y la imaginación fueran una parte íntegra de la vida. Pero Claude es un poco más descarado y extrovertido en la ficción. Me sentía más creativo y libre en estas escenas y no trabajé exactamente del mismo modo que en las otras.

Gran parte de su papel es la voz en off, ¿le fue difícil encontrar el tono justo?
François siempre estaba detrás de mí, escuchando con atención cada frase. Si algo no era perfecto, me decía: “Sé más sensual, más neutro…” Mi tendencia era ironizar, pero François me retenía: “El texto ya es irónico, no hace falta añadir nada”. Fue muy interesante interpretar el texto escrito, por ejemplo: “Un olor le llamó la atención, el inconfundible olor de la mujer de clase media”. Solo con esta frase, ya se sabe mucho acerca de Claude.

Grabamos una primera versión de la voz en off antes del rodaje para que François pudiera estudiar la coordinación de las escenas. Volvimos a grabarla después del rodaje teniendo en cuenta los problemas técnicos y los cambios en el texto. La segunda vez, al tener la imagen del rodaje en la mente, fue mucho más fácil. Mientras montaban la película, grabé gran parte de la voz en off en casa, en Cherbourg, y mandaba las grabaciones a François por correo electrónico.
¿No es difícil grabar así, solo, lejos del entorno del rodaje?
No, estoy acostumbrado. Mi padre me enseñó de pequeño a leer en voz alta, a dar la entonación a una frase, a colocar la voz. Hace mucho que quiero ser actor. Siempre me ha gustado leer en voz alta. Buscaba la entonación perfecta para hacer reír a mis amigos.

¿Qué busca Claude en la familia perfecta?
Lo que no tiene. Una vida familiar, un vínculo entre padre e hijo (su padre es un alcohólico en una silla de ruedas), el amor de una madre. Y más allá del amor de una madre, descubre el amor de una mujer con Esther. Gracias a ella, empieza a describir con palabras esta nueva emoción, al mismo tiempo que intenta entender cómo habría sido su vida de haber nacido en el seno de esa familia. También acaba dándose cuenta de que su vida no está tan mal; la familia de Rapha es bastante rara. Es verdad que les une un poderoso vínculo afectivo, pero tienen un lado ridículo del que Claude no duda en burlarse.

La casa representa la normalidad, tanto en la familia como en la sociedad. Cuando se cierra ante Claude, parece que una clase social más elevada no le permite entrar.
Claude es muy consciente del aspecto social al principio, pero eso desaparece muy pronto. Lo que ve sobre todo es el amor en la familia. La única persona a la que se siente próxima pertenece a una clase social superior a la suya: Germain, su profesor.

La relación alumno-profesor entre Claude y Germain es muy fuerte.
Germain y Claude van por libre, son dos opuestos que se unen para crear una historia de ficción. Al principio hay cierta tirantez. Si no encajan desde el principio, se debe sobre todo a que Claude busca una familia más que un mentor, una figura paterna más que un profesor.

Germain acaba siendo una figura paterna para Claude, pero Claude es quien manda y le enseña un par de cosas a Germain.
Todos somos alumnos eternos. Al final, cuando Germain está bajo el efecto de los medicamentos y en una posición más débil, Claude se apodera del papel de hijo. Va a verle, le consuela, ofrece ayudarle. En una relación entre padre e hijo, este tipo de intercambio es muy común.

¿Cómo fue conocer a Fabrice Luchini?
Le había visto en el escenario leyendo a Céline cuando yo tenía dieciséis años, la edad de Claude. Siempre había querido ser actor y verle confirmó ese deseo. Pensé que me gustaría conocerle, pero nunca imaginé que ocurriría.
ENTREVISTA
¿Cómo conoció a François Ozon?
Fue hace mucho, en 2007, para un proyecto con un personaje femenino del tipo de Bajo la arena, una mujer que se enamora del hijo de su amiga, alguien parecido a Esther, pero dentro de un contexto más dramático. Me encanta el cine de François. Fue una gran decepción que la película no viera la luz, tenía muchas ganas de trabajar con él.

¿Qué impresión le causó la lectura de EN LA CASA?
El guión me gustó mucho. El papel de Esther me pareció muy divertido. En el guión era difícil de visualizar, era misteriosa, flotante. Había mucho que construir.

¿Participó en la construcción del personaje?
Nunca construyo un personaje. Hago lo que me mandan. No soy una actriz que estudia el papel, no debería decirlo, pero es verdad. Dejo que el director decida, espero a saber lo que quiere. De todas formas, aunque quisiera decidir algo, el director es quien corta, el montaje final es suyo. Es más fácil darle lo que pide desde un principio. Un actor está para servir al director. Y es justamente lo que no me gusta de esta profesión. Por eso canto. Mi trabajo como cantante me permite estar más tranquila como actriz y entregarme más fácilmente.

¿Qué esperaba François Ozon de usted?
Que me pusiese el vestido que él había escogido, que me peinara como él quería, que me supiera el diálogo. El trabajo de actor es mucho más fácil de lo que se cree. Cuando era más joven, me esforzaba en hacerlo bien. Ahora que tengo más seguridad en mí misma y más experiencia, creo que cuanto menos se intenta hacerlo bien y mostrar lo que se sabe hacer, mejor acaba siendo.

El papel de Esther no es como lo que suelen ofrecerle.
Exacto, no soy Esther, ella es totalmente pasiva. Pero me gusta encarnar a alguien que no tiene nada que ver conmigo.

Es muy convincente en el papel de ama de casa de clase media, pero sigue estando muy sexy.
Se lo agradezco mucho, pero no me encuentro nada sexy. Al final mejoro un poco, pero me asombré al ver la película. No me reconocía. Pero no importa. El trabajo de un actor no es controlar su imagen. No somos modelos.

¿Cómo ve a Esther?
Esther es una buena mujer. Entrañable y un poco anticuada, como una ama de casa de los años 50 o 60. Está totalmente dedicada a su familia y a su casita. Le encantaría ser decoradora, pero carece de la ambición suficiente. Es de esas amas de casa de clase media que ya casi no existen desde la liberación de la mujer. Excepto en algunas series estadounidenses como “Mujeres desesperadas”.

¿Esther es feliz o es la mujer que más se aburre en el mundo?
Las dos cosas. Se aburre, desde luego, pero tiene un marido y un hijo, y al final de la película nos enteramos de que espera otro hijo. Muchas mujeres que apuestan por su carrera sueñan con una familia como la de Esther. Lo ideal es tener ambas cosas, una familia y una carrera, pero no todo el mundo lo consigue. Si me obligasen a escoger entre mi carrera y mi familia, escogería a mi familia.
FILMOGRAFÍA SELECCIONADA
2011 EN LA CASA (François Ozon)
2011 EN LA CASA (François Ozon)
2010 CHICAS (Yasmina Reza)
2009 GIALLIO (Dario Argento)
2007 LA VIDA EN ROSA/EDITH PIAF (Oliver Dahan)
2005 BACKSTAGE (Emmanuelle Bercot)
1999 LA NOVENA PUERTA (Roman Polanski)
1993 LUNA DE HIEL (Roman Polanski)
1988 FRENÉTICO (Roman Polanski)
1984 DETECTIVE (Jean-Luc Godard)