Sinopsis  
Un viejo pescador vive en medio del mar con una muchacha a la que recogió cuando era niña.
El viejo pescador espera que ella cumpla 17 años para desposarla. Mientras tanto, prepara la dote, la
protege contra los hombres que vienen a pescar a su barco e intentan propasarse con ella. Su única forma de protegerla es disparando con el arco, un arco que
también le sirve para adivinar el futuro y como instrumento musical.
Un buen día, un grupo de pescadores desconocidos sube al barco, entre los que se encuentra un joven universitario. El chico y la muchacha se enamoran.
El viejo pescador sabe que su sueño ha llegado a su fin.

Un barco, semejante a un punto, flota en el mar. Una suerte de bandera blanca, sucia y manchada por el tiempo, está atada al mástil. Ondea al viento con energía, la misma energía que mueve al dueño del barco,
un hombre de sesenta años. Atada al barco, hay una barca más pequeña de la que ondea una bandera de colores, tan alegre como una muchacha.
Unos cuantos pescadores, sentados en un sofá de brillantes y llamativos colores instalado en el puente del barco, disfrutan con sus cañas. Hay un Buda dibujado en un lateral del barco con un
columpio delante.
Hace diez años que una muchacha, ahora tiene dieciséis, vive con el hombre mayor y que le ayuda sirviendo bebidas a los pescadores. Algunos de ellos le lanzan miradas seductoras e incluso se atreven a tocarla, pero ella se limita a sonreír. Cuando un hombre se propasa de verdad, el viejo pescador hace uso del arco para protegerla y el hombre la suelta. El viejo pescador también lee el futuro de sus clientes si ellos se lo piden. La muchacha se ata un trapo blanco a la muñeca y se sienta en el columpio delante del Buda.
El viejo pescador se aleja y dispara una flecha hacia la muchacha. Lee el futuro a partir de la posición en la que cae.
La muchacha acepta con ingenuidad las atenciones del viejo pescador cuando le sirve el desayuno y la baña. El viejo pescador es testigo del cambio, la niña se hace mujer, y se despierta su deseo aletargado. Hace una marca en una fecha del calendario en la alcoba. Al lado, un corazón con la palabra “boda”.
Sólo faltan unos meses. Compra un nuevo par de zapatos y los coloca en el armario que ya contiene varios artículos para la boda.

Un día, un grupo de pescadores llega al barco, es la primera vez que vienen. La muchacha no quita ojo a un joven universitario que ha acompañado a su padre a la partida de pesca. El joven universitario sube a bordo y ve a la muchacha, por la que siente una atracción inmediata. Al día siguiente, al despedirse con cierta tristeza, el universitario le regala un reproductor de CD. La muchacha acepta el regalo encantada, pero la mirada del viejo pescador se llena de amargura. Poco después, cuando encuentra a la muchacha escuchando música, tira el aparato al agua. Al anochecer, el viejo pescador intentar bañar a la muchacha, pero ésta no levanta la cabeza y no le mira. El viejo pescador se da cuenta de que la muchacha se aleja de él, le invade la tristeza y la angustia.
Al cabo de unos días, el joven universitario regresa al barco para visitar a la muchacha. Se miran con cariño. Durante la noche, la muchacha se cuela en la alcoba de invitados y los dos se besan. Aparece el viejo pescador que, furioso, echa al universitario del barco. Este le dice que no debe mantener a la muchacha aislada, pero el viejo pescador no le hace caso.
El tiempo parece haberse detenido, los días no pasan. El viejo pescador arranca una hoja del calendario. Aparece la fecha de la boda. Está decidido. Sale al puente y echa a los pescadores disparándoles flechas. Luego va a la alcoba e instala la litera superior al lado de la inferior.
La muchacha ve al joven universitario acercarse en otro barco. El viejo pescador intenta impedirle que suba a bordo, pero la muchacha le aparta y ayuda al joven. Este les enseña un informe de personas desaparecidas y les explica que los padres de la muchacha siguen buscándola. Desesperado, el viejo pescador apunta al universitario con el arco, pero la muchacha se interpone entre los dos. El chico le deja claro al pescador que se llevará a la muchacha al amanecer. El viejo pescador no contesta, se limita a tocar el arco como si fuera un instrumento de cuerda. Luego, cual sonámbulo, ata una larga cuerda a la barca de la muchacha.
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