Jean Becker

Filmografía seleccionada

2008 DEJAD DE QUERERME
2007 CONVERSACIONES CON MI JARDINERO
2003 EFFROYABLES JARDINS/LOS JARDINES DE LA MEMORIA
2000 UN CRIMEN EN EL PARAÍSO
1998 LA FORTUNA DE VIVIR
1995 ELISA
(César a la Mejor Música)
1983 VERANO ASESINO
(César a la Mejor Actriz: Isabelle Adjani; César a la Mejor Actriz Secundaria; Suzanne Flon, y César al Mejor Montaje)
1967 DULCE GAMBERRO
1964 A ESCAPE LIBRE
1961 UN TAL LA ROCCA

Cómo descubrió la novela Deux jours à tuer, de François d’Epenoux?
Una amiga me la dejó para que la leyera. Entonces estaba en Escocia. La leí de un tirón. Me intrigó, incluso diría que me desestabilizó el comportamiento de este hombre al que le basta un fin de semana para tirarlo todo por la borda. Al principio de la novela, el lector no entiende lo que ocurre. No entiende el comportamiento incomprensible de Antoine. Es desagradable con su mujer, duro con sus hijos, se mete con sus amigos. La historia me gustó, sobre todo porque, al final de la novela, el comportamiento de Antoine se explica de forma creíble.

Sin desvelar la intriga, ¿qué puede decirnos de la decisión que toma Antoine?
Él mismo la explica en parte al final de la película. Se comporta como un egoísta, un loco, un demente, tiene valor... Da igual, es su manera de enfrentarse a lo que le pasa. La actitud de ese hombre me conmovió. Me pregunté qué habría hecho en sus circunstancias, a su edad, y no encontré respuesta. A mi edad, ya no es lo mismo.

Han escrito la adaptación entre tres, con Eric Assous y François d’Epenoux, ¿cómo se distribuyeron el trabajo?
No había trabajado con Eric Assous anteriormente, pero mi hijo le conocía. Se encargó de la primera parte de la historia, hasta que Antoine se va de casa. Lo que sigue a continuación durante su estancia en Irlanda nos aclara la personalidad del personaje. ¿Quién es en realidad? ¿Cómo era la relación con su padre? Quería que el espectador viera a Antoine bajo otra luz. François d’Epenoux se encargó de la segunda parte. No me parecía necesario pedirle que volviera a trabajar en algo que ya había escrito, pero en esta segunda parte, nuestra colaboración fue más que fructífera. Una vez acabadas las dos partes, empecé a trabajar en mi torre de marfil, como acostumbro a hacer últimamente.

Su universo queda palpable en la secuencia de Irlanda.
Rodamos en Connemara, Irlanda. Lo conocía porque había pasado unos días de vacaciones con mi familia, en el mismo hotel donde se hospedó De Gaulle. Tenía ganas de rodar esos paisajes, esa luz. Me siento cómodo al aire libre, en lugares despejados, todo me parece más fácil.

¿Le costó encontrar al actor para encarnar a Antoine?
Albert Dupontel siempre me ha parecido un actor excelente, en sus películas y en las de otros directores. Recordaba haberle visto interpretando personajes inquietantes, con miradas contundentes. Exactamente lo que hacía falta para dar vida al extraño comportamiento de Antoine.

¿Por qué escogió a Marie-Josée Croze?
Estaba espléndida en Las invasiones bárbaras, de Denys Arcand... De hecho, las dos películas tienen extraños paralelismos. Marie-Josée es una persona maravillosa y una actriz magnífica. Su dulzura y su mirada me conmueven.

También está Pierre Vaneck...
Claro, es mi cuñado. Pierre es un hombre adorable, muy dulce en la vida real, pero que puede sacar un lado un poco huraño que encaja a la perfección con el personaje del padre de Antoine.

¿Se ha enfrentado con alguna dificultad en especial durante el rodaje?
El trabajo más duro se hace antes. Todo está incluido en el guión. Los actores lo leen. Si vienen a rodar, es que lo han entendido. No suelo añadir mucho durante el rodaje, excepto algunas indicaciones aquí y allá porque tengo toda la película en la cabeza. Solo necesito enderezar el timón de vez en cuando. Me gusta que los rodajes sean tranquilos y que todo vaya bien. Nuestra profesión es muy bonita, somos unos privilegiados, y no tenemos derecho a trabajar con estrés y agresividad.

¿Fue difícil orquestar la escena de la cena entre amigos?
Fue necesario trabajarla. Con Albert estudiamos cómo plantearla para que el tono fuera en aumento. Antoine no debía ponerse borde inmediatamente, había que dosificar cuidadosamente la intensidad, y todo dependía del diálogo. Vuelvo a subrayar la importancia del guión. En una película hay dos cosas esenciales: el guión y el montaje.

Antoine aprovecha para soltar unas cuantas verdades a sus amigos, ¿le ha pasado alguna vez?
En ocasiones he dicho a conocidos míos que su pequeña y cómoda vida me aburría. De hecho, siempre es un alivio soltarlo. Para algunos, el dinero se ha convertido en obsesión. El miedo a perder lo que tienen les obliga a protegerse, a no ver lo que ocurre a su alrededor. Siempre viene bien tener dinero, es verdad. Si no tuviera, quizá no reaccionaría del mismo modo. Pero ha habido épocas en mi vida en que no tenía nada y me sentía tan feliz como ahora.

¿Esta película ocupa un lugar especial en su obra?
Bueno, DEJAD DE QUERERME toca un tema que me conmueve. Todo está resumido en la bella letra de la canción “Le temps qui reste”, de Jean-Loup Dabadie, magníficamente interpretada por Serge Reggiani. Casi parece un testamento, pero también contiene esperanza. Habla de cosas bellas, de las ganas de vivir, de seguir adelante...